El diseño de una góndola depende de varios factores, como el tipo de producto, el público objetivo, la imagen de marca, el espacio disponible y el presupuesto. Sin embargo, hay algunos pasos generales que se suelen seguir:

• Definir el objetivo y el mensaje que se quiere transmitir con la góndola, así como el tono y el estilo que se quiere emplear.

• Elegir el material, el color, la forma y el tamaño de la góndola, teniendo en cuenta la estética, la funcionalidad y la sostenibilidad.

• Distribuir los productos en la góndola, siguiendo criterios de orden, jerarquía, agrupación y contraste, para facilitar la lectura y la elección de los clientes.

• Incorporar elementos gráficos, como carteles, etiquetas, logos o imágenes, que refuercen el mensaje y la identidad de la marca, y que capten la atención de los clientes.

• Evaluar el resultado final, comprobando que se cumple el objetivo, que se respeta la normativa y que se adapta al entorno.

Una góndola tiene múltiples beneficios para el negocio, tanto a nivel de ventas como de imagen. Algunos de ellos son:

• Aumenta la visibilidad y el reconocimiento de la marca, creando una diferenciación con respecto a la competencia y generando una impresión positiva en los clientes.
• Mejora la experiencia de compra de los clientes, ofreciéndoles una presentación atractiva, ordenada y clara de los productos, y facilitándoles la información y la decisión de compra.
• Incrementa las ventas y la rentabilidad del negocio, al estimular el interés, la curiosidad y el deseo de los clientes, y al impulsar la compra por impulso o la compra cruzada de productos complementarios.
• Optimiza el espacio y el tiempo del negocio, al aprovechar al máximo el espacio disponible, al facilitar el acce